Hay amores para parar trenes, camiones. Unos que explotan dejando más víctimas que las bombas nucleares y otros que te llenan más que cuatro pizzas cuando tienes mucha hambre.
Unos vienen de la mano enferma de algún hombre o mujer que no se curo el último constipado y te dejan tan enferma que piensas que es el fin y tendrán que venir los de paliativos, otros te inundan hasta incluso después de haberse ido y te dejan los ojos hechos chiribitas y las sonrisa permanente.
Puede que llores tanto que crezca tu estiaje y tan solo te quede un 10% de agua en el cuerpo, pero verás que otras veces reirás tanto y tan profundo que sentirás que has fumado algo.
Probablemente te desvistan alguna vez en tu vida lento, tan lento que necesites arrancarte y arrancarle la ropa y quizás lo eches de menos cuando te desvistan demasiado rápido y no te de tiempo a saborear como se caen las ropas y se deja al descubierto la piel.
Os puedo asegurar que vais a llorar, a correr, a apartar las manos de otros por miedos del pasado o de esos que no se desprenden, pero claro que vais a reír y lo haréis hasta llorar, de la risa.
Quizás os lean en la cama, no sé si un libro o la piel. A veces pensareis que es ciego quién os acaricia, por la manera tan divina en la que se para en cada poro de tu piel.
Y hay amores para parar aviones y todas las guerras interiores. Amores que son los que me aseguro de guardar cada instante, porque son de esos que no se van y vienen en manos de otros.
Porque te ves sola y con los pulmones gritas quererte morir y cuando llega ese amor, ese que no te desviste, ese que te arropa, el que te invita a un café, una cerveza o un cubata; el que te saca de fiesta o el que te lleva a fumar o te lo quita de las manos, el que agarrándote de los hombros te dice que los hombres, y toda esas historias pasan, pero que ellas van a estar ahí siempre.
Me quedaría, me quedo sin palabras para expresar lo que es ese amor, que sin duda llena más que cualquier beso a las cuatro de la mañana o sexo encima de la lavadora.